El tiempo es algo más que un simple recuento.
Mucho más que una lineal sucesión de horas, de minutos… de segundos. Es ante todo y sobretodo, un reto…
Para leer oyendo:
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Ella se sentía por primera vez perdida. Sin respuestas.
La que siempre las hallaba, la mujer de las mil soluciones, se encontraba bloqueada. Y lo peor es que ni siquiera encontraba réplica a lo más sencillo, a lo que la había varado en aquella isla desierta.
Y es que Helena, había perdido el norte de su destino sin ni siquiera darse cuenta. Para en un día cualquiera, con desesperanza, no encontrar ya la brújula, ni el timón, ni las velas…
Sola en mitad de la gente. De las prisas untadas en el pan de las costumbres. Huérfana de emociones. Huérfana.
Se había pasado los últimos años de su existencia, disfrutando de la droga efímera del éxito y su impaciencia. Para olvidar lo esencial, lo cercano. Lo que de verdad nos alimenta.
Y ahora solo sentía hambre y sed.
Hambre de sentimientos y de risas verdaderas. Hambre de abrazos tiernos sin más recompensa que el abrazo.
Y sed de paz, de tranquilidad, de esperanza; sed al fin y al cabo.
Había vivido tal vez como muchos y muchas querrían. Sí, sin duda.
Como una exitosa mujer que deambulaba por el mundo de los negocios con el viento siempre de cola, pero sin rumbo. Perdido el contacto con la realidad, alejada de los afectos sinceros, zambullida en la hoguera de las vanidades.
Pero esa mañana, todo había cambiado, de repente. Y por fin la vida la había puesto frente al espejo.
[…]
Nada más entrar por la puerta de su apartamento, se dio cuenta que algo era diferente; era el silencio. Aquel silencio.
Dejó la maleta en el suelo, y tras unos segundos, de duda, lo llamó amablemente…
-¡Carlos, ya estoy aquí! ¿Estás en la cocina?-dijo sin obtener respuesta.
-¡Prepárame algo bien frío, estoy muerta!-repitió ya desde el salón.
Pero nadie contestó a sus palabras.
Recorrió despacio unos metros para llegar a la cocina. Allí todo estaba solo e impoluto como siempre. Y solo una lacónica nota sobre la encimera le dio el saludo. Para secarla aun más por dentro.
“Lo intenté hasta que pude soportarlo, te quise con locura… Se feliz, yo voy a volver a la vida. Siempre, Carlos.”
[…]
… Sin saber cuanto tiempo llevaba frente al balcón, Helena volvió en si, de su viaje.
Un viaje por su propia vida que había recorrido durante largos minutos, regados en lágrimas secas, derrumbada sobre el sofá. Rota.
No era la primera vez, ni mucho menos que sus relaciones personales terminaban. Pero nunca como ahora. Nunca nadie la había abandonado de esta manera, siempre había sido ella la que había roto amarras, sin apenas dar tiempo a emprender la travesía.
Y ahora era ella la que sufría ese desgarro. Para el que no estaba preparada. Ni nadie.
-¿Qué hacer ahora?-se preguntaba angustiada.
-¿Dónde acudir, dónde buscar la respuesta?-musitó en silencio.
Porque la vida, a veces más sencilla de lo que pensamos, se vuelve compleja cuando olvidamos lo importante. Y ella llevaba demasiado tiempo haciéndolo, olvidando, jugando al límite.
Sin pensarlo, como una autómata, cogió cuatro cosas, el bolso y las llaves, y cerró la puerta de un golpe.

Cerró la puerta…
Subió al coche, y se dirigió a la autopista con solo una idea en la mente… volver a casa.
Porque cuando nada queda, cuando todo se tambalea siempre nos queda un refugio, un último intento para devolvernos a lo que fuimos. A la raíz, a la esencia.
El abuelo Manuel la vio llegar despacio, sentado a la puerta de la vieja casona.
Y ella al verlo apenas tuvo tiempo de soltar las cosas mientras recibía aquel abrazo fuerte, que ella tanto necesitaba.
Nada más mirarla a los ojos, sin hablar, Él ya sabía que algo ocurría; así que con dulzura la cogió de la mano, para acompañarla al interior, donde las mecedoras y la quietud los esperaban. Y con ellas su paciencia infinita.
Ella se reclinó suavemente entonces sobre aquel hombro curtido en mil batallas, en mil suspiros, para contarle su historia.

aquellos ojos cansados…
Para contar, frente a aquellos ojos ya cansados, su dolor y su tristeza. Frente a aquel anciano que la miraba tranquilo, con aquella sonrisa que calmaba y curaba cualquier herida.
Al terminar, Él la observó despacio, para tras unos segundos, dejar brotar las palabras, que parecieron flotar aquel patio encalado… sabias.
El tiempo, hija mía, es algo más que un simple recuento.
Mucho más que una lineal sucesión de horas, de minutos… de segundos. Es ante todo y sobretodo, un reto.
Un salto en el vacío de las oportunidades. Un lienzo desnudo ante la vida.
Un viaje equidistante entre presente y futuro. Es una decisión; la tuya, la mía, la nuestra, la de todos. Tal vez la más importante.
Mira, cuando seas vieja, como yo. Llena de achaques y los días pasen delante de ti raudos e inmisericordes, tendrás mil oportunidades para recordar.
Y sabes, al final solo nos acordamos de todo aquello de lo que el corazón entiende y se nutre.
Yo, tesoro, casi cada día, recuerdo como si fuera ayer mis primeros baños en el estanque de “las siete leguas”, donde desnudos, sin diferencias ni problemas, todos los niños y niñas del pueblo disfrutábamos, reíamos y soñábamos sin más. Donde el hijo del potentado y el del labriego, compartíamos pan y viandas como hermanos.
Recuerdo cada atardecer templado de aquellas primeras primaveras, donde el amor se abría camino en un adolescente que descubría los besos como un regalo.
Aquel tibio sabor a fruta fresca, cuando besé a tu abuela por primera vez, a la vera del camino de vuelta. Y aquella paz que sentí, tan profunda, frente aquellos ojos verdes que me hablaban.
Y tú, como yo, recordarás al final los abrazos sinceros, las risas y los amigos de veras. Las luces y no las sombras.
Las sensaciones de las primeras veces, de todas las primeras veces. Las ternuras de lo sencillo y no las durezas de lo más complejo.
La alegría de lo verdadero. No la falsedad de lo superfluo.
Así que ahora que lo sabes. Usa tu tiempo para llenar de bellos recuerdos el futuro y saborear como nadie el presente. Y olvida; olvida lo que no es realmente importante.
Sé sincera contigo y con el mundo. Y nunca dejes de decir nada a nadie, si eso es lo requiere cada momento o es lo que necesita tu alma.
Y Vive.
Vive como el corazón te dicte. Ama, siente, vibra… muere si por dejar el alma en algo es necesario. Que el tiempo es único, no se puede reservar, así que aprovéchalo ahora. Como si fuera, tesoro, el último día del verano.
Porque tu verano puede empezar hoy mismo, aquí, en primavera.
[…]
Helena, recorrió despacio el centenar de metros que le separaban de aquella colina donde siempre buscaba su refugio. Casi atardecía y la brisa ya era fresca.
Se sentó como siempre sobre aquella enorme piedra gris, testigo de mil andanzas, y pudo ver enfrente la vieja encina, los trigales verdes y el cielo azul que lo enmarcaba todo.

y el cielo azul…
Y la luz la inundó de una paz que ya no recordaba. Para cerrar los ojos y sentirla.
Para por primera vez, desde hacía tantos años, ser dueña de nuevo de su destino, y casi poder tocar con la punta de los dedos, aquel tiempo, su tiempo; ese maravilloso regalo, y saborearlo como nunca, nunca antes, hubiera pensado…

Su tiempo…
DEDICATORIA:
- A tod@s las que andan perdid@s buscando tiempo para su tiempo. Para lo realmente importante.
Vuelvo a encontrar la esencia de mi Mago de las palabras.. tienes razon todos necesitamos encontrar nuestro tiempo… gracias Mago… es un bello relato… gracias a esos ojos que tanto te dicen….
Nunca se pierde la esencia. A veces solo es cuestión de… tiempo. Besos.
Un relato con mucha fuerza embaucadora
Mil gracias Javier. Un fuerte abrazo.
Cuando lo pasamos mal nos volvemos a nuestras raíces a la familia a un ser querido que nos entiende.Pero si que es duro cuando trabajas un ambiente frió cordial educación no hay una carcajada fuera de lo normal no se puede hacer queda informal. Me gustado mucho
Siempre hay oportunidades para cambiar las cosas… aunque el ambiente no sea propicio. Gracias Oriol, eres muy amable
No se el por qué…pero siempre me haces llorar. “Vive como el corazón te dicte”. Preciosa rase y preciso consejo. Gracias de nuevo…
Así creo yo que hay que vivir. Porque el tiempo Marian… no se puede reservar. Gracias como siempre por tu afecto.
Tenía pendiente el comentario de este relato. Lo calificaria de intenso de principio a fin…tanto que cuando te das cuenta te ves a ti misma leyendolo a toda prisa…como si te lo fueran a quitar de la vista. Mi recomendación es darle una segunda lectura sin que la historia te enganche tan intensamente…está lleno de frases para leer y releer….
Me quedo con;
“Así que ahora que lo sabes. Usa tu tiempo para llenar de bellos recuerdos el futuro y saborear como nadie el presente. Y olvida; olvida lo que no es realmente importante.”
Gracias y Felicidades!
A TI POR TU CARIÑO Y APOYO. SIMPLEMENTE GRACIAS.
Acostumbramos a huir de la soledad, sentimos que sin los demás somos seres incompletos y en esa búsqueda desperdiciamos una parte muy importante de nosotros mismos.
Aleja de tu vida aquello que te hace sentir infeliz y nunca, nunca te olvides de vivir.
Enhorabuena por tan estupendo relato, un beso
MUCHAS GRACIAS… PARA SER FELIZ LO PRIMERO ES CREÉRTELO.
Es un relato precioso.
Sí. Cuando perdemos el rumbo, acabamos encontrándolo en le gente que nos quiere, en los que están cerca. Nos damos cuenta de que el tiempo que les hemos dedicado es el que vale de verdad.
Gracias por recordarlo con este relato tan bonito que nos ayuda a pensar que no sirve correr si no se sabe bien la dirección.Y, a veces, ni conociéndola compensa tanta velocidad. Gracias, de corazón.
Vivir,con intensidad los sentimientos,las emociones a cada segundo de la vida,cada alegria ,cada tristeza,cada momento mágico,cada ,encuentro,sin prisa,con ojos de turista encantado por la pasisagen-no há mayor extase y no tiene recuerdos, quien no tiene “ojos de turista” en la vida!Vibra con sus minimos detalles y verás! Parabéns mio amigo! PERFECTO! Viajo en cada letra con hambre de su esencia! tqmGracias por mas esta viajen!