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Archive for noviembre 2015

UN PEQUEÑO UNIVERSO…

UN PEQUEÑO UNIVERSO...

UN PEQUEÑO UNIVERSO…

Para leer escuchando…

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Como un punzón, un escalofrío le recorrió la espalda.

Tan sólo lo había perdido de vista un momento, apenas el tiempo necesario para limpiarse un poco las gafas, y ahora el asiento estaba vacío frente a ella. Y un dolor extraño con sabor a tristeza se adueñó de su cuerpo.

Aún no se explicaba lo que había ocurrido. Cómo había empezado todo, pero ahora estaba allí, sola. En mitad de la nada. En aquella línea de metro que nunca habría tomado, cerca ya de la media noche de un viernes cualquiera. Desde que sin saber porqué, decidió seguirlo sin poder hacer nada por evitarlo. Y así como una autómata, fue tras Él cuando sus miradas se cruzaron, apenas un segundo, en aquel andén.

Aquel chico con aire despistado y aquel brillo en sus ojos, no necesitó nada más…

Lola sin pensarlo, había tomado aquel vagón al asalto un instante antes de que la puerta se cerrara tras ella. Y sorprendida de aquella ocurrencia, se había refugiado en el último sitio libre que quedaba al fondo.

En el último sitio...

En el último sitio…

-¿Desde luego cada día estas más loca?-se dijo en silencio mientras sonriente movía la cabeza.  

Pero -¿Porqué no?- se preguntó. No tenía nada más que hacer que volver sola a casa después del trabajo. No molestaba a nadie y en el fondo aquella situación le divertía. Seguir a un desconocido en el metro, a distancia, y en plena noche.

-Mejor no contárselo a nadie…-  Sonrío.

Decidió que ya que había tomado esta absurda decisión se lo iba a tomar en serio. Estaba demasiado lejos de su objeto de estudio, así que en la primera parada que pudo buscó un asiento apenas a unos metros de aquel hombre.

Como si alguien la observara, miró a derecha e izquierda, y tras reírse de si misma por aquella ocurrencia, cual espía tras el telón de acero, decidió observarlo con más detenimiento.

-¡El muchacho es realmente guapo, si señor!-balbuceó en silencio, mientras lo miraba con aire distraído.

Él, mientras tanto, ajeno a aquel seguimiento se atusaba el pelo enfrascado en un libro que acababa de sacar de un pequeño bolso.

Enfrascado en un libro... " By Leah Piken Kolidas"

Enfrascado en un libro…
» By Leah Piken Kolidas»

 

-Apenas llegará a los cuarenta-se dijo.

Alto. Moreno. Elegantemente informal, parecía volver de un día intenso de trabajo. Se le veía cansado, pero no dejaba de dibujar una suave sonrisa con aquella boca grande; y Lola pensó que era realmente bonita.

Intentó pensar quién podría ser, de dónde vendría, qué pensaría. En un juego que le pareció placentero en un principio; oculta en aquella selva de gentes que entraban y salían a cada llamada de la locución de turno. Y así, comenzaron a caer las paradas, una a una. Sin que ella pudiera ya apartar su mirada.

Y sin darse cuenta, comenzó poco a poco a mirarlo con otros ojos. A perderse en sus gestos de hombre tranquilo. A analizar su semblante, cada expresión, cada pequeño movimiento. Para sin saber cómo, dejar de ver a nadie más en aquella vorágine de hora punta, y verse sola frente a Él y frente a ella misma.

Y aquel entretenimiento de viernes aburrido se fue tornando en otra cosa. En una atracción que la arrastraba inexorablemente, cuajada entre aquellas paredes y luces blancas. En aquel silencio atronador que parecía inundarlo todo, y que la llevaba a aproximarse más a aquel asiento junto a la segunda puerta.

Y es que a veces, cuando menos lo esperas, la vida te sorprende. Te ofrece una oportunidad inesperada, pero mágica. Y aquella noche, perdida en aquel frío banco, Ella comenzaba a sentir la magia.

De pronto Lola se vio frente a su mirada. Lentamente, había dado el paso para colocarse en el asiento de enfrente. Él, al otro lado, parecía no observarla mirando al vacío.

Hasta que de pronto ocurrió… y una sonrisa dibujada en aquel rostro la removió por dentro. Frente a ella, aquellos ojos claros la observaban, sí, mientras el mundo se detenía por un instante.

La observaban...

La observaban…

Lola no pudo mantener mucho aquella mirada y azorada bajó la vista buscando el sosiego perdido.

-¡Vamos, que te pasa!…se preguntaba.

Y en cuanto pudo retomar el aliento, levantó de nuevo los ojos para encontrarse con los suyos que continuaban observándola como antes. Sí, la miraba…

Entonces, no pudo hacer otra cosa que sonreírle. En una sonrisa que de ida y vuelta cruzó los pocos metros de un universo pequeño pero a la vez inmenso, que entre los dos comenzaban a tejer entre la multitud. Un espacio propio, íntimo a pesar de todo, que no necesitaba nada más que aquel aire hechizado y su presencia.

Y así transcurrieron los minutos casi en un suspiro. Para sin hablarse, decírselo todo. Como si estuvieran predestinados a aquel encuentro callado que necesitaba un firmamento fuera…

[…]

Y de pronto… el vacío.

Aquella inesperada ausencia que la estaba desgarrando por dentro cuando al cerrarse la puerta se dio cuenta que Él ya no estaba. Que ni siquiera sabía su nombre. Que aquellos ojos se habían perdido, y con ellos una ilusión como no recordaba…

  […]

Apenas había dormido. Cómo hacerlo.

No lograba entender lo que había ocurrido la noche anterior, intentando buscar una explicación a algo que parecía no tenerla. Realmente no había sucedido nada, o tal vez había ocurrido demasiado. Pero en su interior sabía que aquellos minutos, que aquella mirada la habían marcado por dentro para siempre.

Tal vez no dejó de ser un simple juego, un pasatiempo sin sentido ni razón alguna, se decía. Algo que comenzó como una diversión a la que ahora se aferraba desamparada y triste sobre aquel viejo sofá. Atormentada por no haber dado el paso para simplemente hablar con Él.

El sonido del teléfono la saco de la ensoñación.

Lola miró al reloj aturdida; eran ya las ocho de la tarde y sus amigas, al otro lado, le recordaban donde habían quedado para tomar algo.

Se dio prisa. Y el agua de la ducha cayó sobre su cuerpo como un maná salvador y se dejo querer. Se enjabonó despacio, y dejo que por unos minutos, aquel manantial urbano barriera la tristeza en la que llevaba sumida todo el día.

Después, decidida, abrió el armario y sin pensarlo tomó aquel vestido de los días importantes. Ese que parecía elevarla sobre sus penas. Y así envuelta en lino, y su mejor perfume, sacó su sonrisa enlatada a pasear la ciudad.

-¡Todo pasaría…!-pensó.

Bajo entonces las escaleras, despacio, como en un ritual en busca del refugio de las calles, para casi sin darse cuenta adentrarse nuevamente en las entrañas de su Madrid . Y así buscar la línea 5 hacia La Latina: Su destino.

Nada más sentarse en aquel vagón sintió de nuevo un estremecimiento extraño. Parecía como si nada hubiera cambiado; como si el tiempo sorprendentemente se hubiera detenido…

Intentó no pensar más en ello, no debía volver a caer en esa melancolía. Se había vestido para la fiesta y no estaba dispuesta a entristecerse de nuevo. Así que cerró los ojos e intentó borrar de su cabeza aquellos pensamientos.

[…]

universo 2

 

-¡Próximo destino… La Latina!-anunció aquella voz, mientras Lola abría despacio los ojos.

Se había dormido casi y sin las gafas apenas podía distinguir las formas de los pasajeros que abarrotaban el metro. Se las colocó despacio, y de pronto la vida y sus colores aparecieron a su lado… pero también enfrente, de nuevo, aquella mirada. 

Él no lo dudó.

Y de un paso cruzó aquel pasillo que llevaba dormido apenas un día. Para abrir de nuevo las puertas de aquel espacio único que sin saber cómo los dos habían construido hacía tan solo unas horas.

 -¡Me llamo Mario!-le susurró dulcemente al oído.

Y aquellas cinco letras le estallaron dentro para borrar de un plumazo su nostalgia. Las puertas se cerraron y el tren prosiguió su camino.

Y el mundo de nuevo se difuminó ante ellos… perdido en aquel pequeño universo.

 

 

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DEDICATORIA:

A los/as que aún creen que si puedes soñarlo puedes hacerlo.

A Beatriz.

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RESPIRAR…

arespirar4

Para leer escuchando…

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Por mucho que intentamos recordarlo, siempre acabamos olvidándolo, lo cotidiano tiene la extraña virtud de arrinconar lo importante.

Pasan los días y nos dejamos llevar por sus horas como si fueran eternos, como si como aquella película “Atrapado en el tiempo” sucediera realmente e invariablemente pudiéramos amanecer cada mañana para un nuevo intento. Pero eso no es posible y no somos conscientes…

Parece que es inevitable dejarse llevar por la monotonía, por el devenir de los acontecimientos que nos dirigen inmisericordes. Por ese ronroneo machacón de las mismas cosas cada día que nos deja a veces sin aire y sin sueños. Resistirse a ese tsunami parece imposible, porque no nos pregunta. Simplemente nos aturde la conciencia para no dejarnos vivir como protagonistas sino como espectadores ausentes; como meros convidados de piedra. Pero a veces hay que alzar la voz y bajarse de esa noria.

ARESPIRAR

Sensaciones…

No quiero ni puedo dejarme llevar, la existencia es demasiado valiosa y efímera. Y aunque cada mañana pueda parecer esculpida como ayer, siempre hay margen para el cambio, para colores y sensaciones nuevas, basta tan solo con abrir los ojos y planteárselo. En cualquier lugar, en cualquier instante se dibujan escenarios de los que podemos ser partícipes si ponemos el empeño necesario. Los que nos rodean,  los que amamos, se merecen cada día la ternura de siempre, la atención de las primeras veces, el tiempo necesario frente a la rutina de lo superfluo.

Cada café puede ser distinto. Cada paso una zancada diferente. Nuestros gestos pueden vestirse de sonrisa y nuestros sentimientos salir a la calle sin esperar que llamen a su puerta. Siempre hay algo que puede dar luz a nuestra propia historia y con ella iluminar la de los que nos acompañan en este viaje.

ARESPIRAR1

Con gafas nuevas…

Así que voy a salir a la calle con estas nuevas gafas. Seguro que el cielo será diferente y el viento hoy susurrará de otra manera. Miraré al frente e intentaré impregnarme de todo lo que delante se me ofrece como si fuera la primera  ocasión en la que por allí transitara. Y cuando te vea o te oiga de nuevo, volveré a sentir aquel primer torbellino de sensaciones para volver a respirar. Para regresar a aquella alegría enorme que lo iluminó todo; cuando lo importante, lo realmente importante, ganó la partida de la vida.     

…………………………..

«Mi piel en silencio grita, 
Sácame de aquí. 
Mi piel en silencio grita, 
Oxígeno para respirar. 
Respirar de esta falta de ti.
Respirar de esta ausencia de mí.

Respirar, respirar, respirar…»

arespirar3.jpg

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DEDICATORIA:

A Beatriz.

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areflexion6

Para leer escuchando…

…………..

A veces nos perdemos simplemente buscando respuestas; réplica para los sentimientos, los propios y los ajenos. Tratando de emitir veredictos en cuestiones imposibles de valorar salvo en la dimensión de las emociones; interrogantes que además no nos llevan a ningún sitio y de los que solo el corazón entiende. Es como si nos costara ser felices; como si fuera difícil entender que la vida es mucho más sencilla y que no siempre todo tiene una interpretación, un argumento o una sentencia. Que es más fácil dejarse llevar por lo que nos hace bien y nos hace crecer, para no buscar más allá de lo que no necesita explicarse.   

Pero somos demasiado complejos. Tan complejos que nos gusta explorar caminos intransitables cuando andamos suavemente descalzos por la hierba. O soltarnos de la mano, la que nos acoge y nos reconforta, para intentar buscar una luz cuando caminamos ya bajo el sol más luminoso. Y cuando somos conscientes, hemos desperdiciado demasiados momentos, hemos herido a alguien o lo peor a nosotros mismos.

Descalzos...

Descalzos…

Así que después de meditarlo he decidido que ya no va o ocurrirme nunca.

Voy a intentar ver con los ojos que observan solo lo que nos llega dentro. Con las gafas de la sonrisa o las lentillas de lo tierno. Voy a resistirme al viento del rumor y la duda. Y compraré un viejo paraguas para refugiarme de la lluvia del rencor o la indiferencia; para luego calzarme contra la apatía y la tristeza.

Caminaré despacio para no perderme nada. Dejaré al lado los senderos que solo me llevan a la monotonía. Y aunque el camino se vuelva estrecho y sinuoso, sabré que es el correcto porque no tendré que preguntármelo; porque caminaré en paz y ligero. Me dejaré llevar por los afectos sin más preguntas pero con todas las respuestas, porque cuando empiece a dudar me llevaran en volandas. Desempolvaré mi ternura para dibujarnos el mejor horizonte y allí pondré el norte, sin dudarlo. Tal vez no sea el destino que hubiera elegido pero seguro que seremos felices al encontrarlo.

areflexion4

Y tenderé mi mano. Prefiero que la cojas y no me preguntes, porque yo no pienso hacerlo. Y puede que de nuevo juntos vacilemos frente a lo desconocido, pero ya no será importante. Porque seremos más fuertes; invencibles. Porque ante la incertidumbre no volverá a germinar la desconfianza, esa que nos aleja de la felicidad y nos hace pequeños.

Y entonces simple y maravillosamente, fluirá la vida…    

areflexion5

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DEDICATORIA:

A lo sencillo de las cosas.

 

  

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LOS DE VERDAD.

AVERDAD7

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 Para leer escuchando…

Nunca llaman a la puerta, porque no lo necesitan. Más bien se quedan dentro sin avisar y permanecen aunque no se lo pidamos.

A veces no les echamos cuenta porque parecen que van irremisiblemente unidos a nosotros, a nuestra vida y emociones. Como si formaran parte indivisible de ella desde siempre, aunque realmente no importe el tiempo que lleven a nuestro lado.

Te conocen. Tal vez como nadie. Quizá porque se han preocupado de hacerlo y les duele lo que te pasa, lo que te alegra o te entristece; porque en el fondo les embargan las mismas sensaciones que a ti aunque nunca se las hayas contado; no lo necesitan, las conocen. Y les basta un leve gesto, una palabra o un tono de voz para averiguarlo, aunque no sepamos como han podido descubrirlo.

No somos conscientes de lo que valen, o al menos no como se lo merecen. Pero cuando el cielo se torna gris como por arte de magia te prestan su paraguas y su mejor sonrisa. Y aunque arrecié la tormenta, siempre es un poco primavera a su lado. Y si el frío de la rutina o de los problemas te hace tiritar el alma, su abrazo sana como ninguno. Entonces, injustamente, nos damos cuenta de lo que los necesitamos y de que nunca se han marchado a pesar de todo; incluso a pesar de nosotros mismos.

No. No solo nos acompañan en los días soleados, cuando la risa se apodera de todo; para eso hay ya demasiada gente, demasiada. Están también cuando todo se vuelve difícil y cuando te sientes huérfano y perdido. Y aunque crees haberlos elegido, en realidad son un regalo de la existencia, un bien que cuidar; la familia que nos hemos permitido escoger.

Un regalo...

Un regalo…

Porque no tienen horas. Ni necesitan explicaciones. Porque cuando todo parece imposible encuentran la palabra justa y el abrazo perdido. Si necesitas una mirada la encuentras en sus ojos, y si buscas el silencio te entregan su calma. Y cuando tienes que escuchar la verdad desnuda te la ofrecen directa, sin atajos, aunque les duelan tus lágrimas como a nadie. Para dejarse la vida en defendernos, aunque comprendan que hemos errado el tiro; saben que ya habrá tiempo de aclaraciones, si es que las necesitan. 

Son muy pocos, muy pocas. Apenas necesitas una mano para contar sus nombres, pero toda una vida para agradecer su presencia. Son sin duda un tesoro que cuidar y que te cuida. El mejor bálsamo, la mejor compañía. Así que mejor disfrutar siempre de su presencia sin esperar a ser conscientes de lo que son y representan, para darles, como ellos hacen, lo mejor de nosotros mismos. Sin duda eso nos hará mejores, nos permitirá crecer como personas y devolverles todo lo que nos entregan sin esperar nada a cambio.

Son los de verdad. Son los amigos del alma…

AVERDAD4

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DEDICATORIA:

A mis amig@s, a la amistad verdadera.

 

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