Para leer escuchando…
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Me gustas. Tengo que reconocerlo. Y ya casi siento tu presencia.
A veces llegas sin avisar, como un torbellino que lo arrastra todo, como un amanecer tras un verano que muere; para hacerme sentir diferente, más pequeño, más liviano, casi invisible. Pero a la vez para llenar mi alma con tu brisa templada, esa que arrastra las luces que ocultan lo visible; la que nos aleja de lo que realmente nos importa.
Y te disfrazas de lluvia, de manto de hojas que vuelan. De noche que nos envuelve cuando no la esperamos. De manos que buscan el calor de otras. De niños con cartera y sonrisas; de luces y de sombras. Pero nos regalas lo mejor que has guardado para dejarlo caer sobre las calles como miles de mensajes en botellas ocres.
Y otras veces llegas despacito. Casi como si no quisieras asustarnos.
Y una tarde cualquiera te asomas al otro lado del cristal donde mis ojos te buscan y el rocío me envía tu nombre para contarme que te acercas, que nos extrañas. Y las nubes anuncian tu llegada con su paleta de grises desplegada sobre mil campos y tierras. Y la vida, entonces, parece andar de puntillas. Como si tu presencia fuera un bálsamo para su tiempo.
Me gustas, sí. Me gusta tu pelo de viento suave. Tu camisa de agua fina. Tus pasos de atardeceres para amarse. Tus ojos de música para el recuerdo. Me gustas…
Y ahora que te tengo a mi lado quiero decirte que voy a vivirte intensamente. Que amaré tus madrugadas frías y tus mañanas de escarcha. Tus horas a media luz y tus silencios. Porque consigues elevarme sobre la nostalgia y llegarme muy dentro.
Dame la mano y déjame pasear contigo. Deja que nada importe y que todo sea posible. Recorreremos juntos los caminos a su lado y así te enseñaré que grande es su alma y cuanto la necesito; yo te la presento.
No habrá prisa, no será necesaria. No habrá explicaciones, ya nos conocemos. No quiero que te disfraces de lo que no eres, sino que seas sólo un tiempo de lluvia. Días de esperanza. Sueños que caen para volar cerca.
Sí, me gustas. Quiero que lo sepas.
Por eso, aquí te dejo mi primer abrazo, querido OTOÑO.
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DEDICATORIA:
A los templados días de Septiembre.
A mi querida Beatriz.