Para leer escuchando…
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No he entendido nunca porque a la gente le gusta tanto vivir las vidas ajenas. Lo que ocurre detrás de puertas que no abren nunca o en los corazones que no palpitan dentro de ellos. Nunca lo he comprendido. Pareciera como si su existencia se quedara corta, como si prefirieran vivir en otro cuerpo o controlar otras emociones y no las que les rodean. Tal vez, porque en realidad, no están viviendo como quisieran, o simplemente porque están huérfanos de ilusiones.
Me produce tristeza ese tipo de personas. No las juzgo, pero puedo casi percibir en ellos ese perfume a soledad y a perdida. Como un envoltorio invisible en el que se embadurnan cada mañana cuando salen a la calle a vivir las de otros. Con la cara lavada y su traje de felicidad apolillado. Hombres y mujeres de familias perfectas, pero vacías. De vidas impolutas pero insípidas. De altos vuelos, pero de sueños rotos…
Desayunan a tu lado. Caminan junto a ti por la misma acera. Te saludan con esa sonrisa que no sonríe. Te abrazan con esa templanza gélida de la desgana. Y si te fijas, puedes observar como te escudriñan casi imperceptiblemente, como si necesitaran abrir su sala de juicios a cada vuelta de la esquina.
No te conocen, pero no les importa. No saben que compás tiene tu alma. Nunca se han preocupado de averiguar que hay detrás de tus ojos, porque no fijan la mirada. No distinguen el tacto de tus dedos porque no les convence la ternura, esa que solo nace de la cercanía y la confianza.
Son muchos. Demasiados.
Una secta que aturde y muchas veces convence. Que se hace grande en un mundo que cada vez es más sordo a lo realmente importante. Donde las apariencias reinan y las emociones naufragan; en el que lo material levanta muros que las caricias no derriban.
Pero no son invencibles; me resisto a caer entre sus garras. Así, que si quieres, puedes unirte conmigo en esta batalla en silencio.
Basta con ser tu mism@ y no perder la senda. Esa es la solución y la vacuna. Hazlo como quieras, pero sin pisar a nadie. Tiende las manos y saborea cada segundo. Da un paso al frente y lucha por lo que deseas a corazón abierto, verás como poco a poco se alejan.
Porque así, entre todos, tejeremos un espacio donde huele a limpio y a esperanza. Una tierra en la que se sienten desterrados, porque nada puede más contra ellos que la alegría y la indiferencia.
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DEDICATORIA:
A tanta buena gente.
A Beatriz.
Para el viento... Blog de PROSILAND. 